Al escapar necesitás no pensar en lo que dejás.
Son solo palabras de una agitada serpentina de
frases inocuas, fulgurantes.
Los latidos de esta noche se convierten en
aquellas trampas para morir
sin brazos que te acunen,
sin una cama que despliegue un coctel de
sábanas de seda.
No será hoy ni mañana,
quizás la última tarde del viento te animés
a derretir mi cuerpo.
Estas hojas están verdes aún.
Estas hojas ya no tapan la cúpula de los
misterios.
Hay algo ahí. Hay algo aquí.
Es cuestión de un tiempo.
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