Y ahora es la noche.
Algunos gatos cargosean por los techos.
Podría mirar infinitamente tu sonrisa, pero
elegiste no estar.
Ni los susurros pudieron endulzar tu mente.
No es mi imaginación la que me cuenta que estás cerca.
A veces no se ven las flores cuando germinan
entre los cardos.
A veces los árboles son más que una simple
ilusión del bosque.
Pasaron algunos días y no supe de tus luces.
Las alturas sientan bien para tratar de ver qué hay, qué se avecina.
Las muecas de otra foto se pierden en los brazos
No hay
respuestas a las preguntas que no tienen ninguna respuesta.
No hay mirada que pueda delatar lo que nunca
nunca te podré decir.
Puedo sentirlo esta noche sin estrellas, dentro
y fuera, dentro, fuera.
A pesar de que nunca te vaya a llamar, podés
sentirlo también, por fuera y por dentro.
Las nubes no lo detienen, tampoco tu dormido
No es la primera vez, no es la última vez.
No lo es, no es un momento ni es la eternidad.
Así que si podés llevame a tu refugio,
que las nueces hagan chispas cuando encienda el hogar.
No importa, no me importa si las sombras danzan
al compás de un ritmo sincopado.
Tal vez, solo tal vez, dentro y fuera, por fuera y por dentro.
Podés
correr o podés subir.
Podés saltar, podés morir,
Podés sentarte a esperar todos los trenes
que nunca te llevarán a ningún destino.
Solo las olas del viento y las caricias del mar
saben que hay huellas en la arena del tiempo.
Podés andar, podés reír.
Podés mirar aquello que esperan tus ojos,
y, sin embargo, si no encendés los fuegos,
las últimas lluvias no aquietarán tu silencio.
Solo cuando despierto por las noches
De
repente, los alertas ya no llegan.
Solo hay olas que disfrazan la ocasión.
Ni tu arena del amor ni aquel cielo sin reflejos
pueden revertir las ansias.
Parece que las águilas conocen los caminos,
son pocos los motivos que tienen un porqué.
Ahora que se escuchan los abrazos del verseo,
ahora que no saben cómo derretir lo que no es,
ahora que tu aliento ya murió en el tiempo,
nada, absolutamente nada, tiene que volver a
ser.
De repente, algo explota
y esta vez estoy mirando mi mar.
Me da
mucho miedo lo que viene.
perdidas ilusiones sin un rostro que abrazar.
pero ese miedo me agiganta para ser.
En este instante, algunos salen a vagar,
algunos saben de memoria este camino,
algunos hacen huellas hacia la libertad,
algunos se mueren de soledad.
sin embargo, elijo mirarte otra vez a los ojos
y recostarme en otra melodía de tu mar.
Qué
puede importar cuando no suenan las miradas.
Qué puede caer a tu puerta cuando las alas se
hacen hielo.
Buscamos en el fondo a ver si hay una pizca de
en quien ya no se abre al cobijo,
en quien no te lo da.
Como ya se escribió infinitas veces, son otros
tiempos, son al ombligo y no a los ojos.
Afortunadamente, los adoquines esperan estos
pasos,
se hacen al andar de los misterios,
saben esquivar los falsos dulces,
saben cómo huir de la ciudad.
Esta madrugada tiene un frío que se apodera de
la piel,
atraviesa lo que puede sonreír,
aniquila lo que puede distraer,
anestesia las sombras, disuelve los sueños.
Se apaga el cuento del verso sin final, se cierran los intentos, se duermen los
relojes, se acalla el bip del maldito celular.
El
corazón late y no de amor. Las demandas afloran y nadie pregunta, pocos
preguntan en realidad.
Fingir. Soñar. Creer. Sangrar.
Hay quienes se aferran por no soltar.
Hay quienes no miran para no saber.
Hay quienes persisten a pesar de las traiciones.
Hay alguien que tira una soga para trepar. Por suerte hay alguien.
Cómo hacés cuando querés llorar y estás seco.
Cómo hacés para seguir cuando algunos
compases van a otros ritmos.
Cómo hacés para no matar a los monstruos que
atentan a tus afectos.
Cómo hacés para no matarte de soledad.
Iba al cine. Mucho. Todo el tiempo.
Ese escape eterno que dejé caer
por quedar atrapado en las dulces promesas de muchas vidas.
Con el tiempo fui entendiendo que lo azucarado se torna amargo
y que son mejores los mates de seda.
Sé que somos un paquete con fecha de vencimiento
y mientras tanto hacemos algo para andar.
Hay quienes eligen dormir todo lo que puedan.
Hay quienes se aferran a otro y no son.
Hay quienes no son, pero se conforman para no estar solos.
Hay quienes estropean un instante porque no saben
que alguien es distinto
que puede sorprender con algo de su amor.
La noche invita a quienes zafan de estar aburridos
para pensar un poco más allá.
Y mientras miro por el miniuniverso de la virtualidad ,
que es un macromambo de acción,
pienso si mis espejos tan molestos son
porque me pierdo en las profundas frases
o reflexiones zen meditativas voladas
o desesperadas de aquello que sé
El blues nochero de los cuerpos desnudos
de culos pronunciados,
de insinuaciones,
de pantalones,
de boxers bajando,
de la mirada perdida para que miles pongan sus babas en “me gusta”
como para ir a dormir feliz.
Ahora miro atrás un poco y me pienso tan lejano a una butaca,
que no entiendo cómo tengo un cine a tres veredas
y no me dejo atrapar en mi candileja.
Vibrar sin nadie al lado es como caminar desnudo por las piedras
del fuego.
A veces el sueño se dispara,
a veces no hay misterio.
Lo que pensabas que era son frágiles cristales
que se deshacen en palabreríos
y cuando es mejor cerrar la vista por un rato
aparece tu señal.
Ya es tarde. Ya cayeron los silencios en la
cueva. Ya no hay más, aunque lo quieras despertar.
Un corazón sin fuego es este cuerpo que se fue.
Como ahora, como ayer, las voces quieren escapar, pero son
solo amagues.
En tres días más, dejaré esta ciudad y desapareceré sin rastro. Dentro de un año, quizás me asentaré donde nadie conozca mi cara. Desear...
